me acuerdo de aquella vez en vinaroz que me sangró la nariz en la cama y no dejaba de gotearme no podía dormir y no se lo dije a nadie en el piso de abajo una sombra con los ojos entornados extendía sus extremidades cubriendo todas las sillas y los recipientes de porcelana todavía tengo grabado su moño en la cabeza y su bata de flores anunciando con susurros el final inevitable de una etapa un antes y despues con nuevas pieles y nuevas luces de feria
y siempre tengo que esperar a que llegue la 1 para que dani se vaya a acasa y pueda ponerme a hacer listas tontas en rym o escribir párrafos que casi casi se me escapan y escucho cómo resuenan las teclas del ordenador parece que ya las tengo eternamente adheridas a los dedos y brotons que siempre está hablando por teléfono esta burbuja avinagrada que me envuelve la frente y los laterales de la cabeza como las vendas de un fakir que me presiona hacia dentro y enclava los ojos en la pantalla del ordenador demasiado espacio vacío demasiados márgenes demasiado padding al final lo único que realmente importa queda reducido a unas pocas migas y un recuerdo de escondites en los armarios necesito empujar hacia afuera extender la pintura por toda la oficina sentir la música no sólo en los oídos a través de estos cascos jabra sentirla en cada uno de mis músculos expandiéndose y fluctuando
nunca me gustó el vestido que me regalaste
es martes por la noche necesito escribir algo escucho this mortal coil y solamente puedo pensar en ti dirigiendo un coro de violonchelos con cabezas sonrojadas y bigotes y mueves los dedos en el aire dibujando alfombras y cortinas con caballos y casas y leñadores peces saltando salpicando agua y sol brillante casi tan brillante como tú
el parpadeo de los semaforos esconde pedazos de ropa y hojas arrancadas de un libro recorro las calles desde la colina hacia el centro dejandome la garganta con gritos apagados tengo un melocotón atascado en la tráquea y con mis guantes recojo todos tus recuerdos de uno en uno los guardo en una carretilla y la sigo tirando pellizco las palabras y peino los cabellos con la nariz pisando charcos de tinta tapándome la cara por el viento encuentro tus gafas descansando en una fuente de piedra verdosa siempre pensé que estabas tan guapa con gafas
escondido debajo de tu mesa a veces cuando no miras extiende su brazo peludo y rebusca entre los papeles algún poema con la pintura todavía fresca escoge un rotulador morado y escribe su nombre al final de cada verso
arrastro una sábana con estampados de estrellas y saturnos la llevo por las escaleras y se me engancha entre las patas de las sillas debajo siempre hay un rostro que duerme y duerme y habla entre sueños con voz temblorosa pregunta de dónde vienes por qué tienes esos ojos tan tristes te apetece beber algo y a veces tararea como si le hablara a alguien al oído canciones que quizás escuchaba en la radio del coche cuando tenía siete años y suenan a agua salada y al quemazón en las piernas de los hinchables
no dejes que los hombrecillos con cara de ratón te roben los candiles que guardas en la frente tómalos con los dedos desnudos y derrama el aceite por todos los libros de cálculo y las estanterías y las alfombras siente el olor dulce de las larvas ardiendo extendiéndose por la garganta más arriba hasta hacer un agujero en el techo cuánto tiempo hacía que no veías a la luna con su corona de claveles y te está mirando sí a ti a ti a ti! y es como si tu madre volviera a tenerte apoyada en su vientre y todos los líquidos que recorren tu cuerpo se cuajan por unos segundos es como si volvieran a dibujarte una vez más con la nariz un poco más pequeña y los ojos más abiertos espero que esta vez funcione que funcione de verdad
yo que he estado tantos años alimentándome de tus corrientes sentado en la silla del comedor con la cabeza apoyada en el tapete recorriendo con los dedos todos sus dibujos adivinando el sonido de los trenes y los cristales rotos de un jarrón colgando de tus blancos brazos qué solías envolverte entonces cuando las cicatrices regresaban más profundas que nunca y qué les cantabas a tus hijos acariciando sus pelos sucios a la luz del fuego el fuego que escapaba de las grietas y las arrugas que poco a poco se formaban en tu cara rodeando los labios acumulando más y más ceniza y cada vez que encendíamos el radiocasette y bailabas con los brazos tan altos las mangas tan anchas parecía que nevaba desde el techo y nuestro perro no dejaba de correr y darte vueltas ladrando y riendo
tengo a nara respirandome en la barbilla y pienso en todos los dibujos que hemos hecho en los cristales empañados de los coches y nuestros nombres con las letras bien regordetas quizás después de todos estos años todavía quede un poco de nuestro adn en los asientos del tren de París o en habitaciones de hotel y puentes en los que apoyamos los brazos quizás las personas que encuentro en la calle también me reconocen de algún sueño o algún trayecto alternativo por obras y caminan abrazándose los costados recordando cisnes e iglesias que nunca han visto
jesús le acariciaba la cabeza con los pantalones sucios y casi parecía que en cualquier momento el pastor del cáucaso iba a ponerse a hablar dentro de nuestras cabezas y todos los restos del río, los edificios con balcones cerrados y las señales de las antiguas vías iban a revolverse todas en una espiral hacia la tierra debajo de nuestros pies dejando la calle llena de paredes despellejadas con brotes de flores del durillo y recortes de manteles
ya habían terminado las fiestas de san blas pero todavía quedaban los coches de choque abandonados en el cesped junto al campo de fútbol en el que estuvimos jugando antes de navidad, tres coches de choque giraban en el mismo rincón de la pista tres padres abrigados con sus niños en las piernas y cuando volví a las nueve y ya era de noche solamente quedaban dos hombres fumando los coches estaban todos durmiendo cargando fuerzas para el próximo santo si tienen suerte puede que los lleven a soria
anastasia es un buen nombre para una cabra
he estado saliendo por la noche y he visto las luces parpadeantes en el edificio frente a la cantera he visto la torre de anchís más hundida en el barro que nunca y cuando me miro los dedos temblando sobre el volante siento que me están creciendo y que están tan pálidos como las ramas de los plataneros muy pronto atravesaré el cristal con las uñas y la pintura negra entrará a raudalas saborearé las dulces señales rojas y se me quedarán pegadas en la garganta tumbado en la cuneta junto al río brillaré como un cartel de un restaurante
dos figuras de porcelana mordiéndose los cuellos pintando las grietas con sangre y zumo de limón
haciendo tanto ruido
apretados en nuestras formas y nuestras maneras
con estas cinco notas empujándonos a un lado y a otro
tirando los vasos y los dvds
hasta quizás encontrarnos
teselas
más limpios que nunca